viernes, 31 de mayo de 2013

MUERTE DE UN NADADOR

MUERTE DE UN NADADOR



Un nadador muere solo; líquido del último sonido que hace eco en su mente. Blando, derramado en los brazos de los hermosos,  carroñeros que lo pescan, trabajados.
Los ojos detenidos ya no dejarán pasar los hilos de la luz al torrente de su sangre carbónica.
Pecio triste y fascinado, anónimo, como la rama de la casuarina que cae y desordena el agua.
Ocurrirá de noche, como muchas de esas cosas fundamentales que carecen de importancia.
Solo y de noche, con su maya de elastano resaltando aún un sexo antes alerta a los perfumes que las hembras dejaban en las cortezas al frotarse .
Muerto, nada en la memoria, ninguna orden de brazada, eléctrica, nada de no tragar agua por la boca. Igual que una lata de duraznos La Gioconda derivando por el arroyo, nadie.

Vendrán o no vendrán quienes quieran saber algo más acerca de ese agujero practicado en su costado derecho,  dormeur du val, tatuado.

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